De norte a sur y de este a oeste, en más de 30 países, Chile desarrolló una exhaustiva labor de promoción de su oro blanco. La estrategia aplicada se rigió por un mismo principio: los mensajes, apoyos y hasta los regalos se elaboraban respetando el idioma, las costumbres y las necesidades del destinatario final.
Ello explica la diversidad gráfica -en muchos casos de alta calidad artística- de estos afiches, los que representan el camino seguido por la imagen del salitre chileno en el mundo.
Distribuidores y agricultores de casi todo el planeta recibieron abundante material publicitario, inteligentemente adaptado a su cultura y a la naturaleza agrícola de sus mercados.